Momentos de quiebre o pérdida

13 años de compañía

Ella llegó a casa allá por el 2004, era chiquita y hermosa, y venía a convertirse en la mascota de la casa. Mi papá eligió llamarla Legui. Desde aquel momento fue transformándose en nuestra mejor compañera, yo tenía apenas 3 años, asique era novedosa la llegada de la nueva integrante. Fuimos creciendo juntas, y a mi me gustaba mucho salir al patio para jugar con ella, también la llevábamos seguido al arroyo para que corriera y se metiera en el agua, siempre le encantó ese plan, y a nosotros también. 

Los años pasaron, y ella seguía siendo nuestra gran compañera. La empezábamos a notar un poco más vieja, pero sabíamos que todavía nos quedaba más tiempo con ella al lado. Pero lo más doloroso llegó en el año 2017, cuando le descubrimos un bulto en el cuerpo, el cual con el tiempo se le hizo enorme. Después de llevarla a varios lugares, un veterinario de nuestra ciudad decidió operarla, igualmente, esto era riesgoso por su larga edad. La cirugía salió bien, le extirparon un tumor de 1,200 kg, en ese momento todo apuntaba a que estaría bastantes meses más con nosotros porque el tumor ya no estaba. 

Pero al poco tiempo, el tumor apareció nuevamente, y fue creciendo y creciendo hasta alcanzar casi el mismo tamaño que el primero. Esto le impedía caminar, y se la notaba cada vez más cabizbaja y sin ganas de nada, echada siempre en su cucha. Fue en ese momento cuando no hubo más nada que hacer, y decidimos que teníamos que dejarla ir para que deje de sufrir. Y así fue, en agosto de 2017, Legui nos dejó, con el corazón bastante roto porque fue nuestra compañera durante muchos años, pero el consuelo era que ya, por fin, dejaría de sufrir. La recordamos seguido porque aparece siempre en alguna que otra anécdota, y la extrañamos un montón. 


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